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27 sept 2010

TANGO III


TANGO BOCETO: A Veronique Guide y Julio Luque, por inspirarme, por los momentos que me han regalado, por su amistad.



Aquí en este vídeo podemos ver a nuestros profesores  de Tango, Julio Luque y Veronique Guide en plena acción..... ¡Recomendado!

UN POCO DE HISTORIA (3)
Años diez, veinte y treinta

Poco antes de que comenzara la Primera Guerra Mundial en 1914 el Emperador de Alemania, Guillermo II prohibió que los oficiales prusianos bailaran el tango si vestían uniforme. El órgano oficial del Vaticano, L'Osservatore Romano, apoyó abiertamente la decisión en los siguientes términos:
El Kaiser ha hecho lo que ha podido para impedir que los gentilhombres se identifiquen con la baja sensualidad de los negros y de los mestizos (...) ¡Y algunos van por ahí diciendo que el tango es como cualquier otro baile cuando no se lo baila licenciosamente! La danza tango es, cuanto menos, una de aquellas de las cuales no se puede de ninguna manera conservar ni siquiera con alguna probabilidad la decencia. Porque, si en todos los otros bailes está en peligro próximo la moral de los bailarines, en el tango la decencia se encuentra en pleno naufragio, y por este motivo el emperador Guillermo lo ha prohibido a los oficiales cuando estos vistan uniforme.
Los más antiguos compositores e intérpretes de tango que se conocen aparecieron en las dos primeras décadas del siglo XX. En el Museo de la Partitura Histórica (de Rosario, provincia de Santa Fe) se encuentra el primer tango registrado como tal, La canguela, de 1889. El primer tango con autor conocido es El entrerriano, de Rosendo Mendizábal, publicado en 1898. Por ejemplo, los argentinos Ángel Villoldo, Roberto Firpo, Juan de Dios Filiberto y el uruguayo Francisco Canaro fueron famosos y populares autores e intérpretes de tango.
En aquellos años, en los que los hijos de familias ricas llevan a Parísel tango que habían aprendido en su frecuentación de los lupanares, comienza una nueva era para el género, con el aporte de músicos mejor preparados y la incorporación de letras evocativas del paisaje del suburbio, de la infancia y de amores contrariados.
La canción de tango comenzó a interpretarse desde 1850, pero no era tal porque el estilo vocal estaba ligado a la habanera y tangos españoles, sin una personalidad tanguera definida. Los cantantes de entonces no eran profesionales ni tampoco se conocía la voz del tango. El tango se cantaba como tango milongueado y los versos eran picarescos, lo que escandalizaba a la alta sociedad porteña. Los cantantes de que se habían destacado en la primera década de 1900 fueron Alfredo Gobbi, Lola Membrives, Linda Thelma y Ángel Villoldo, entre otros. Los primeros éxitos de aquel tango fueron Hotel Victoria, El porteñito y el gran suceso La morocha de 1908. En Buenos Aires había gran cantidad de cantores que interpretaban estilos nacionales, zambas y chacareras.
Carlos Gardel, quien se inició como payador alrededor de 1910, es el más recordado cantante de tango de los años veinte y treinta. Muchos de los temas que interpretaba los compuso él mismo y encargó sus letras a su inseparable compañero, el poeta Alfredo Le Pera. Gardel, que comenzó su carrera en comités políticos de los suburbios fabriles de Buenos Aires, cantó en París y en Nueva York, filmó varias películas en EE. UU. Se convirtió en un mito para los rioplatenses cuando murió en un accidente de aviación en Medellín (Colombia). Algunos de los tangos famosos de esta primera época son La cumparsita, El choclo, Caminito, El día que me quieras, Por una cabeza, etc.

Edad de Oro
El bandoneonista Aníbal PichucoTroilo (1914-1975).

Músicos como Juan Carlos Cobián, Pascual Contursi, Juan D´Arienzo, Julio De Caro, Osvaldo Fresedo, cantantes como Sofía Bozán, Ignacio Corsini, Agustín Magaldi, Rosa Quiroga, integraron lo que se conoció como la «nueva guardia» del tango en aquella época. Entre ellos, muchos fueron los descendientes de inmigrantes italianos, como Osvaldo Pugliese (apodado «el Santo del Tango»).
La del cuarenta fue una década dorada para el género, que se interpretaba ya en locales nocturnos de lujo, cuyos ambientes alimentaron a su vez a los letristas, que en sus versos contraponían el lujurioso cabaret y los desbordes de la vida nocturna a la infancia en el arrabal, paisaje éste que adquirió entonces ribetes míticos de paraíso perdido.
Grandes orquestas, como las de Juan D’Arienzo, Carlos Di Sarli, Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo(1914-1975), Horacio Salgán(1916-), Ángel d' Agostino o Miguel Caló actuaban a la vez en los cabarés del centro y en salones barriales, y, con ellos, creció enormemente la industria discográfica en la Argentina. Letristas de gran vuelo —Enrique Cadícamo, Cátulo Castillo, Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi— dieron al tango composiciones inolvidables, signadas por la amarga crítica de costumbres (Discépolo), el matiz elegíaco y las metáforas inspiradas en grandes poetas (Manzi, Castillo), la recurrente pintura de ambientes sofisticados con resonancias del poeta modernista Rubén Darío(Cadícamo). Otros notables cantantes de la época fueron el Polaco Goyeneche, Edmundo Rivero, Ángel Vargas, Francisco Fiorentino, Héctor Mauré y Alberto Podestá. Por su parte, Homero Expósito y José María Contursi también escribieron las letras de algunos tangos.

Años sesenta y setenta
El dúo Astor Piazzolla-Horacio Ferrer, decisivos en la renovación del tango en los años sesenta.

Desde fines de los años cincuenta comenzarían a surgir corrientes tangueras renovadoras. Los primeros fueron músicos como Mariano Mores y Aníbal Troilo que empezaron a experimentar con nuevas sonoridades y temáticas. Pero el renovador indiscutido fue el marplatense Astor Piazzolla.
Astor Piazzolla alternaba entre las tardes de música clásica en el Teatro Colón y su pasión por Ígor Stravinski y Bela Bártok, con las noches de tango, y su desempeño como bandoneonista y arreglador musical de la orquesta de Aníbal Troilo (1914-1975). Fusionando creativamente las influencias más diversas, Piazzolla introdujo en el tango armonías disonantes y bases rítmicas intensas y nerviosas que produjeron una transformación radical del género.
La música de Piazzolla produjo una apasionada controversia entre tradicionalistas y renovadores, sobre si «eso» era o no tango. El punto culminante de esa controversia fue el Festival de la Canción de Buenos Aires realizada en el Luna Park en 1969, en el que Astor Piazzolla y el uruguayo Horacio Ferrer presentaron un valsecito tanguero, Balada para un loco, interpretado por Amelita Baltar en la sección correspondiente al tango. La canción produjo un escándalo descomunal que llevó a los organizadores a cambiar las reglas para evitar que Balada para un loco ganara el festival. Pese a ello, el nuevo tango-canción, ganó la adhesión popular, especialmente entre los jóvenes y se volvió un éxito de ventas como hacía años que el tango no tenía.
El dúo Piazzola y Ferrer realizaron otras obras de amplia difusión popular como el tango Chiquilín de Bachín (1968) o la «ópera-tango» María de Buenos Aires (1967), que incluye la bella Fuga y misterio. Piazzolla aportaría composiciones fundamentales como sus Cuatro estaciones porteñas (Verano porteño, Otoño porteño, Invierno porteño y Primavera porteña), la serie del ángel (entre ellas Milonga del ángel y La Muerte del ángel), Libertango, Decarísimoy por sobre todas Adiós Nonino, a la muerte de su padre.
Piazzolla también aportó decisivamente a la renovación instrumental del tango con su octeto, que incluía instrumentos hasta entonces absolutamente ajenos al tango, como los eléctricos (guitarra, bajo, teclados, sintetizador), la batería y el saxo. También con él ingresaron al tango instrumentistas de excepción como el violinista Antonio Agri y el guitarrista Cacho Tirao, y un cantante como José Ángel Trelles quienes sumarían sus talentos a experimentados del género como Enrique Kicho Díaz, Osvaldo Manzi o Jaime Gosis entre otros. Piazzolla también realizó una audaz fusión tango-jazz con el saxofonista estadounidense Gerry Mulligan en 1974 (registrado en el álbum Reunión cumbre) e influyó considerablemente en el subgénero conocido como rock nacional argentino, desarrollado a partir de la segunda mitad de los años sesenta.
En esas dos décadas de renovación surgieron también otros autores e intérpretes de gran importancia como Eladia Blázquez (Con el corazón al sur, Si Buenos Aires no fuera así, Sueño de barrilete, etc.), Chico Novarro (Cordón, El balance, Cantata a Buenos Aires), Cacho Castaña (Café La Humedad), el Sexteto Tango, el octeto coral Buenos Aires 8, con un álbum excepcional en 1970, Buenos Aires Hora 0, las nuevas sonoridades introducidas por Osvaldo Berlingieri (1928) desde el piano y su asociación con Ernesto Baffa (Baffa-Berlingeri), la voz juvenil y romántica de Susana Rinaldi, la madurez compositiva de Leopoldo Federico (El último café, Qué falta que me hacés), el revolucionario álbum Concepto (1972) de Atilio Stampone, Rodolfo Mederos—a quien se consideraba como «la cabeza visible de una nueva música porteña en los años setenta», etc. También debe mencionarse aquí al último Goyeneche de la «garganta de arena» —según el cantautor Cacho Castaña— que desarrolló el arte de «decir» el tango, cuando paradójicamente alcanzó el pico más alto de la devoción popular.
En estas dos décadas el tango sufrió también la confrontación generacional y contracultural que llevaron adelante los movimientos juveniles en todo el mundo, con expresiones como el Verano del amorde 1967y el movimiento hippie en EE. UU., el Mayo francés de 1968, que tuvieron en la música rocky en la revolución sexual, dos de sus códigos de referencia común. En la Argentina, esto se manifestó como una confrontación de contenido generacional entre tango y rock: el tango era la música de «los viejos»; el rock era la música de los jóvenes.

10 sept 2010

ETRETAT, Normandía



   No se si habréis tenido el placer de conocer Normandía, si no es así, os lo recomiendo sin miedo a equivocarme. Uno de los lugares que mas me ha gustado este verano ha sido Étretat. ¿Qué os voy a decir? Un paisaje mágico, sin igual, unido a la emoción de saber que  sobre estos bellísimos acantilados posaron sus caballetes Monet, Courbet y  otros grandes maestros. Me parece un atrevimiento pero no me pude resistir y tomé unos apuntillos, salvando las distancias claro está. Estoy segura que ningún pintor puede contemplar estos paisajes sin sucumbir a la tentación.


Y aquí me tenéis completamente absorta sin darme cuenta que tenía una espectadora.
Agosto 2010.Unas vacaciones muy especiales.
Hoy no madrugamos tanto y relajadamente nos preparamos para el siguiente trayecto, calculábamos que por la tarde llegaríamos a nuestro primer destino programado.
Hasta Etretat fuimos por comarcales o regionales, como se llamen allí, atravesando campiñas inmensas, zonas boscosas francamente imponentes, ciudades y pueblos dignos de postales, tiempo soleado y algo de calor para a continuación caer violentos chaparrones que nos dejaban el parabrisas como la patena.
Nos llamó la atención un puente sobre El Sena que por sus desniveles parecía que estábamos en un tobogán............Si os apetece seguir leyendo  y ver las fotografías de Étretat os dejo el siguiente enlace MI BLOG DE VIAJES "elviajerosinprisa"

ÉTRETAT

  El paraje de Etretat en país de Caux atrae la atención de Monet desde el invierno de 1868-1869. Más tarde, el artista vuelve aquí cada año entre 1883 y 1886. Como numerosos pintores, en particular Gustave Courbet, Monet queda seducido por el aspecto pintoresco del lugar. De modo que se inspira en él en cerca de cincuenta cuadros.
La configuración de "estos altos acantilados taladrados por estos singulares agujeros a los que llaman Puertas" (Maupassant, Adieu, 1884) proporciona un carácter particular al paisaje. El mayor de estos tres boquetes en los acantilados, la Manneporte, "enorme bóveda por donde pasaría un buque" (Maupassant, La Roche aux Guillemots, 1882), aparece solo en dos cuadros de Monet. Esta obra se puede fechar en 1885, por analogía con el otro cuadro, de idénticas dimensiones, firmado y datado en 1885: La Manneporte, vista tomada desde abajo en el Philadelphia Museum of Art.

Durante este mismo año, Monet se ve mucho con Maupassant, que reside en Etretat. El escritor elige este lugar como marco de varios de los Cuentos y Relatos cortos. La sensibilidad del escritor que se expresa a lo largo de estas páginas descriptivas corresponde estrechamente a la del pintor. Esta vista de los acantilados ilustra, por otro lado, los vínculos existentes entre pintura y literatura, en el siglo XIX, tanto como el arraigo de Monet por la costa normanda.
Asimismo, los repetidos estudios de acantilados por Monet, constituyen el anuncio de las "series" que iban a desarrollarse bajo su pincel durante la siguiente década.
www.musee-orsay.fr





Siempre suelo poner un solo vídeo, pero en esta oacsión opino que estos paisajes merecen ser vistos desde tierra, mar y aire.





4 sept 2010

TAUROMAQUIA, Banderillas


TAUROMAQUIA, Banderillas
De la fiesta taurina, me gusta su plástica, su color y movimiento. Esto es quizá difícil  de comprender y no me extraña, quizá otro pintor lo entienda mejor, o en realidad no hace falta, hay muchísima gente que les ocurre lo mismo y es que muchos sufrimos una fuerte contradicción que no sabemos explicar. Simplemente separamos mentalmente, no analizamos lo que está pasando y fijamos nuestra atención, por lo menos a mi me pasa, en la parte exterior del espectáculo. En fin, yo pinto tauromaquias porque existen  y porque yo deje de pintarlas no dejarían de existir las corridas de toros. 

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  En la tauromaquia, la banderilla (también llamada rehilete o garapullo) es un palo delgado, de unos 70 a 78 centímetros de largo, recubierto y adornado con papel picado y con un hierro en un extremo, a modo de arpón, empleado en la lidia para clavarlo de dos en dos en el cerviguillo del toro.

  Las banderillas reciben también el nombre coloquial de avivadores o alegradores, porque sirven para reanimar y excitar al toro sin quitarle fuerzas, después de la dureza y la quietud del tercio de varas. Son una reliquia del toreo primitivo y de las fiestas populares, donde se empleaban arpones y otros instrumentos análogos para enfurecer al toro. Antiguamente se clavaban de una en una y no pareadas, como se hace hoy día. Pepe-Hillo ya menciona a fines de siglo XVIII que se consideraba de gran mérito clavarlas a pares, no habiendo variado apenas su técnica desde entonces.

  Normalmente, son los subalternos quienes realizan este cometido, llamados por ello banderilleros, si bien excepcionalmente puede realizarlo el espada, para lucirse al son de la música o cuando es especialmente diestro en esta suerte.


  Se adornan las banderillas llamadas de lujo con cintas y flores. En las corridas reales o de beneficencia suelen llevar unos adornos en forma de faroles de papel o tela que se rompen al clavar los palos y dan suelta a varios pájaros allí encerrados.

  Las banderillas de a cuarta tienen de largo unos 25 cm y sólo se usan en determinadas ocasiones por ser mucho más difícil el ponerlas, dado su corto tamaño.

  La de fuego son iguales a las comunes en longitud y van provistas cerca del harpón o pincho de un trozo de yesca encendido que al clavar prende fuego a unos cartuchitos de pólvora con petardos que al estallar queman la piel del toro, enardeciéndole. Se emplean con los toros que no toman varas, en lugar de los antiguos perros de presa. Se llaman también de castigo.

  La suerte de banderillas se llama también parear, desde que la suerte se efectúa poniendo las banderillas a pares, a diferencia de lo acostumbrado antiguamente, cuando se clavaban de una en una, llevando el banderillero un capote en al otra mano para defenderse del derrote del toro. El innovador fue, según noticias, el licenciado Falces, a fines del siglo XVIII.

  Según parece, mientras otras suertes han decaído desde los tiempos de Montes, Romero y Costillares, la de banderillas se ha perfeccionado notablemente, influyendo los adelantos introducidos por toreros como Antonio Carmona "Gordito", Rafael Molina "Lagartijo", Fernando Gómez "El Gallo",Rafael Guerra "Guerrita", Antonio Fuentes y otros, que antes de ser espadas fueron buenos banderilleros.

  Contribuyó también a sostener en su apogeo la lucida suerte la costumbre introducida hace unos años de que los matadores tomen los palos a petición del público.
Mas información en www.wilquipedia.org